Capítulo 2

Tomaste el primer vuelo a los Ángeles, Estados Unidos y fuiste a la casa de los Kaulitz, al tocar el timbre te respondió una mujer adulta…
-¿Quién habla? – De dónde viene...? a bueno.
-Hola. Emh, me llamo (tu nombre) ¿se encuentra Bill? – dijiste tímidamente.
-No, salió con tom, además le hemos pedido mucho a las fans que no vengan a la residencia, si le permitiera entrara la casa de mis hijos todas querían, no es nada personal, lo siento.
-Pero realmente necesito entrar – de pronto alguien te abrazó por la espalda ¿Quién…? – ¡Georg!
-Hola, ¿cómo estás? – pregunto Georg alegremente.
-Muy bien, venía a ver a los chicos, ¿Qué haces acá?, creí que se quedarían en Alemania.
-Sí, pero como los chicos se mudaron recién estamos todos acá para celebrar – se dio la vuelta y viste el citófono, a claro, ahí estaba, como no lo vi antes – Simone, sería tan amable se abrir por favor
-Claro Georg. Una chica que estaba allí ya se fue, ¿verdad? – dijo Simone
-No, sigue aquí, pero véla y la vas a reconocer – dijo seguro Georg
-Georg, jamás he visto a Simone, ¿Cómo quieres que me reconozca? – preguntaste algo incomoda
-Solo gánate frente a la cámara, estoy seguro de que te va a reconocer – te sujeto de los hombros y te colocó frente a esta.
-Creó que te he visto de algún lado, ¡claro!, pero que olvidadiza soy, eres la chica de la foto en la mesa de noche – ¿Bill tiene una foto mía en su mesa de noche? – como no te reconocí antes, pasa – las puertas se abrieron y pasaste junto a Georg.
-¿Están los chicos? – preguntó Georg a Simone.
-no, salieron hace una hora casi, fueron con Andreas donde un familiar de él – luego te sonrió amable – y tú eres la pequeña de mis hijos, Bill te recuerda todo el tiempo, habla sin parar sobre tooodo lo que pasaron juntos etcétera, etcétera – rió y luego susurró – y tom tiene una fotografía tuya también.
-No les cuentes toda la vida personal de Bill y Tom jajá. Ya quiero ver la cara de Bill cuando te vea – se emocionó Georg.
-Si… será una sorpresa, no saben que estoy acá, y me… quería esconder en algún lado.
-Hay un pequeño problema, te quería comentar que… – pero la madre no alcanzó a terminar ya que fue interrumpida por ti.
-¿Qué cosa señora Simone? – dijiste intrigada y sonriente, pero no entendiste por qué Simone no paraba de reír.
-Lo siento, es que nadie me llama “señora Simone”, a los amigos de los chicos les digo que me llamen Simone simplemente, no me gustan mucho las formalidades, así que llámame Simone.
-Suena extraño – comenzaste a cambiar el tono de voz cada vez que repetías su nombre – Simone, Simone, simoone, siimone, ¿Simone?
-Ya basta – dijo alegre nuevamente, de pronto sonó tu celular. ¿Mamá? ai, emh. Fingiste responder y lo apagaste.
-Llamaba mi mamá – dibujaste una falsa sonrisa en tu rostro.
-Supongo que no has almorzado, allá esta la cocina, te prepararía algo pero ya debo salir, lo siento (Tu nombre), te veo luego – se despidió besándote la frente y se fue. Al rato el olor de la comida atrajo a las mascotas de los Kaulitz…