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viernes, 20 de mayo de 2011

Capítulo 30

Sentiste vibrar tu trasero y luego la música… pero no volvió a sonar hasta el día siguiente, cuando abrías un sobre recién sacado del buzón, entonces metiste la mano en su bolsillo y sacaste el celular, contestaste y lo llevaste a tu oído.

-¿Por qué lo hiciste? ¿Sólo quiero saber si engañas a Bill?

-¿Qué? ¿Quién es? ¿Y de qué Bill me hablas? — dijiste extrañada fingiendo ignorar tu relación con el famoso ya que podría traerte problemas.

-Ay, ¿Lo olvidaste a caso? soy Georg, ¿no me reconoces?

-Tu voz se escucha distinta.

-Me duele un poco la garganta, oye, ¡respóndeme! — Ordenó alterado y alejaste el parlante de tu oreja.

-No tan fuerte.

-Ok, ahora dime... ¿Engañas a Bill?

-¿Hablamos del mismo Bill?, el amor de mi vida. — preguntaste incrédula ante la acusación, jamás engañarías a Bill, claramente Georg estaba confundido.

-Supongo que sí.

-Claro que no.

-Recuerda que ahora también andarás con algunos paparazzis cerca.

-Ya lo sé.

-¿Entonces?

-No pasó nada.

-Los hijos de puta pusieron fotos en el buzón de ti con un tío.

-Quieren más historias… ¿Está Bill ahí?

-Sí, está un poco molesto.

-¿Sólo un poco? — reíste por la mentira.

-Es en serio, no está cabreado. — dijo el bajista muy serio.

-No, haber, espera, no puedo procesarlo todo de una vez. Me dices que mandaron fotos con un supuesto engaño... ¿¡Y Bill no está enojado!?

-Exacto.

-No lo creo.

-¿Lo pongo al teléfono?

-Por favor. — Contestaste emocionada.

-Hola hermosa.

-¿Cómo estás? — interrogaste enternecida.

-Un poco… triste, es todo ¿y tú? — acomodó su voz para hacerla algo más alegre — ¿Cómo estás?

-Muy bien, y un amigo quiere conocerte.

-¿Qué?

-Que un amigo quiere conocerte, ya sabes… — dijiste con tono entre pícaro y burlón. — Es gay y anda en busca de su…

-Ya cállate. — Gritó riendo. — Dile que soy bien hétero, que tengo mis bolas bien puestas, que tengo novia y la amo, punto.

-Es broma, somos amigos de niños y se cree mi papá… — ‘…pedófilo abusador’ pensaste — entonces quiere conocerte para asegurarse de que me cuidarás bien.

-¿Es broma? Dime que es broma.

-Nop.

-Idiota, debe ser todo tarado, con corbatín y esa bola.

-Si… Tal vez, te espero.

-Nos veremos en 4 días — mencionó feliz — 4 días… como te extraño amor.

-Oh, ¡lo olvidé! Debo hacer algo… nos vemos.

-¿Qué cosa?

-Nada, adiós

-Pero te amo — dijo sin entender un poco desesperado pensando que algo había hecho mal.

-Yo también de amo.

-No me dejes, te amo. — cortaste y saliste de tu casa con la entrada de Francesca en la mano, pero al sentir unas frías gotas de lluvia en tu nariz volviste por algo para guardar la entrada y fuiste corriendo hasta donde Fran…

-Estás hecha sopa, ¿por qué no trajiste casaca? — preguntó molesta dejándote entrar y luego cerrando la puerta mientras caminaba tras tuyo.

-Porque soy ruda y ya. — Sonreíste y ella rió lamentando con la cabeza.

-Y ¿qué te trae por estos lugares cuando se larga a llover justamente? — preguntó lentamente mientras se sentaba de piernas muy cruzadas con ambas manos sobre las rodillas y una expresión de nobleza.

-El traerte tu entrada recién encontrada en un sobre en mi buzón — respondiste de igual forma.

-Ah, por supuesto que… — y abrió los ojos como plato dejando el tonito de juego de lado, dio un brinco del sillón casi sobre ti, quedando frente a frente y vociferó muy contenta un: gracias.

-¡Cállate! — se escuchó del segundo piso.

-Tu cállate — respondió mirando su nueva entrada.

-Ah bueno… — se escuchó por último.

Pasaron a la cocina ya que era algo normal de que cada vez que llegabas a la casa de Fran preparaban jugo y le echaban mucho hielo. Al terminarlo brindaron por el futuro mejor concierto de sus vidas y bebieron al seco el contenido de casa jarra, compitiendo por quien acabaría primero, al acabarlo terminaron la competencia chocando los recipientes contra la mesa para imitar a los vikingos. Discutieron largo rato de quien era la ganadora, hasta volaron trozos de hielo sobrantes chocando con la pared, y la piel se les erizó cuando uno sonó contra la ventana haciéndola vibrar. Acto seguido ambas subieron las escaleras dejando un gran desorden en la cocina y agua en todos lados. En la habitación de Fran conversaron y planearon que harían en el concierto.

-Te digo que lo mejor es entrar en helicóptero y salir en yate. — dijo la castaña.

Así continuaron hasta las 1 de la madrugada tomaste un polerón tuyo que estaba en su casa.

-Al fin se va (Tu apodo), paz y tranquilidad, y vidrios completos en esta casa. — se escuchó de la habitación del lado.

-Llamaré a Georg. — avisó emocionada Francesca mientras tú bajabas las escaleras y salías.

-Hola Georgi. — dijo contenta Fran sentada en la ventana de su cuarto con ambas piernas colgando.

-Hola amor. — oyó del otro lado, Fran le contó de las entradas, de la guerra de hielo, y quedaron en juntarse tras bambalinas a escondidas.

-Bueno te dejo, estoy algo ocupado… — contestó Georg.

-¿Ocupado? ¿Qué tanto haces? — rió burlándose.

-A ver… prácticas, conciertos, entrevistas…

-¿Y ahora?

-Duermo… — dijo Georg arrepintiéndose de haberlo dicho. — Y como te dije, cosas muy, muy importantes… adiós.

-Te Amo.

-Igual te amo. — la chica cortó suspirando por sólo pensar en volver a tener frente a ella el rostro de su Georg. En cambio tú te devolviste a dormir hasta el otro día; y entregando personalmente cada invitación.

Casa de Francisco.

-Así que… una entrada para ir a ver a tu novio cantar… ¿Cuándo nos vamos? — sonrió tierno mientras miraba la entrada.

-Pasado mañana es el concierto, así que ve a mi casa y de ahí nos vamos juntos. — Explicaste.

-Perfecto, ahora yo iba a salir. — dijo mirándote con un odio repentino y fulminante.

-¿Así me recibes?

-No, sólo lo digo porque tenía una cita con Alison, y bueno…

-Ve con ella. — reíste levantándote y caminando hacia la puerta, pero el también paró y se interpuso entre la salida y tú.

-Prefiero una cita contigo. — Y en sus blancas mejillas se veía el calor aflorando como manchas rojas.

Estuvieron el día juntos, lo esperaste para que se duchara y vistiera, llamó a Alison para cancelar la cita y ambos salieron de improviso camino a la playa, recorrieron bastante y casi chocan cuando francisco gritó: ¡Quiero abrasarte! Y se lanzó sobre ti descuidando los controles del coche, y con tu corazón a mil casi se van contra un camión de bebidas. Llegaste al lugar con los nervios a estallar y caminaron por un sendero que sólo era transitable cuando la marea estaba baja.

-Deberíamos hacer esto más seguido. — soltó el rubio haciéndote sentir un poco incomoda. Pero luego te fuiste relajando hasta llegar a una relación más fraternal.

-¡Sigue corriendo! — gritaba el chico cargado con su ropa de calle en un brazo, la comida al otro y descalzo por el pequeño sendero que podía verse a través del agua.

-Eso hago. — Respondiste algo asustada ya que no podías ver tus pies entre el agua. — No eran las 7.09 como dijiste.

-Eso ya lo sé, eran las 9.07 — dijo arrepentido, y maldijo enojado cuando una zapatilla se le cayó del brazo cayendo en el mar sin poder volver a encontrarla.

-Ni se te ocurra volver por ella.

-¿Y cómo me iré?

-Usarás mis zapatos. — sonreíste.

-Son pequeños y de mujer. — dijo serio aun corriendo.

-Pero sin taco. — intentaste alegrarlo pero el sólo ya lo había hecho cuando llegaron por fin al otro lado de la playa, con sus cuerpos mojados hasta más arriba de la cadera y tú hasta bajo los pechos, riendo se tiraron a la arena, y rodaron como dos niños pequeños mientras esta se les pegaba a la ropa.

-No podré cambiarme. — Dijo despreocupado el rubio con el pecho aún agitado de tanto perseguirte por toda la costa.

-Tu ropa está empapada. — argumentaste con la respiración entrecortada recogiendo las cosas y vistiéndote con el bañador húmedo y arenoso bajo la ropa en igual condiciones.

-La tuya igual. — Rió intentando que su pie entrara en tus zapatos abiertos. — Tendremos que pasar la noche en un hotel.

-¿Estás loco? No me alcanza ni para una habitación, traje dinero para comer únicamente.

-Tal vez si juntamos nuestro efectivo alcancemos a comprar esta noche sin desayuno. — agregó sacudiendo su pelo.

-Ahí hay un hotel, preguntemos…

Al que fueron pudieron tomar una habitación con una cama matrimonial, sin desayuno, y les lavarían y secarían la ropa para partir temprano. Por lo que cansadísimos cayeron en ropa interior a dormir hasta el otro día, Francisco fue despertado por el gritó de un niño, y los golpes en su puerta.

-Hijo de puta… quiero dormir. — alegó tapando su cabeza con la almohada, y al intentar acomodarse se dio cuenta de tu peso sobre él y sonrió olvidándose de la ira por el mal despertar, se acomodó intentando no despertarte pero sin querer levantaste la cabeza aún con sueño, sonreíste al verlo a tu lado y te sentaste en tu lado de la cama, el se percató y sonrió nuevamente. — ¿Cómo dormiste? — preguntó en un tono tierno y con la voz ronca.

-Muy bien, ¿y tú? — interrogaste desviando la vista al hermoso día que se observaba por el ventanal.

-Mejor que nunca. — oíste cuando se levantaba en sólo bóxers y te ruborizaste por completo al verlo de espaldas restregándose los ojos, luego se estiró y tu seguías viéndolo pero sin taparte la cara o algo así.

-Será mejor que te vistas porque con ese cuerpo… las mucamas no te dejarán entero y no soy buena conductora en una carretera. — le aseguraste mientras te parabas y caminabas hacia el baño.

-Já, yo vi botones y porteros en la entrada y no quiero conducir sólo hasta la ciudad. — se quejó intentando ganar el baño.

-Pero tú eres más peligroso por ser soltero. — lo empujaste con el trasero y entraste cerrando la puerta, el rebotó en la cama y se devolvió a golpear la puerta.

-Las mujeres se demoran más, déjame ir primero. — Rogó pero lo ignoraste y te duchaste rápida y sin complicaciones por la temperatura del agua o algo por el estilo. Saliste en toalla, con el cabello suelto y goteando por tus hombros, dejaste tu ropa interior sucia en el bolso con una mano, mientras con la otra sujetabas firme tu toalla, cuando levantaste la mirada el rubio seguía recostado sobre la cama, mirándote como hipnotizado, frunciste el ceño e intentaste llamar su atención pero no reaccionaba, seguía perdido en tu rostro, entonces te acercaste a moverlo y te dio un susto con el que caíste de culo al piso.

-¿Eres idiota o eres aún más idiota? — le gritaste molesta, él no espero esa reacción, usualmente te habrías reído, pero el golpe te dolió bastante y casi sale la toalla volando. Bajó la mirada y se acercó sumiso hasta tu lado y te abrazó, sin entender mucho a qué iba le respondiste el gesto, luego se separó con el torso mojado y te acarició el rostro.

-Perdón…, no creí que te caerías. — se disculpó con un tono infantil e inocente, sonreíste enternecida y lo abrazaste otra vez.

-No puedes ser más lindo. — le dijiste riendo. — ¿Podrías ser más tiernito al decirlo?

-Creo que no. — respondió de la misma forma sin querer y volviste a ablandarte, él se levantó y te ayudo a parar, entonces tomó una toalla y fue a ducharse, cuando te habías recién puesto ropa interior limpia apareció con el cabello desordenado y chorreando, entonces sacudió travieso la cabeza mojándote otra vez y pasando ambas manos hacia atrás quedó con un peinado sexy, caminó hasta su bolso y sacó ropa interior limpia. Cuando comenzaste a darte cuenta que se vestiría frente a ti…

-Oye, ve al baño. — Reíste apuntando la puerta de este.

-No tengo nada que no le hayas visto a tu púas. — Te mostró la lengua burlón, y sin que pudieras ver algo dejó caer la toalla al suelo y se puso los bóxers, se dio media vuelta y se acercó a ti. — Ta tan. — dijo con un tono de asombro. Sin darle más importancia ambos terminaron de vestirse cuando la mucama pasó con la ropa limpia, la chica le coqueteo un rato a tu amigo y le dejó su número. Ordenaron sus cosas y volvieron a tu ciudad antes del mediodía, esta vez sin casi matarse, te dejó en tu casa y se despidieron, él pensando tierno en tu imagen descansando sobre su pecho abrazada y tú pensando en que al día siguiente verías a Bill…



Uff... a pasado tiempo ¿No? Lo bueno es que desde ahora empezaré a subir tal vez dos veces por semana, espero que les guste el capi ^^ Comenten!

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