Capítulo 29

…Mientras corrías a tu casa.
Al llegar te diste cuenta de que tu madre no estaba, por lo que le dejaste una nota en la mesa del comedor, encendiste rápidamente el computador, buscaste una página web donde pudieras comprar entradas de conciertos y obras, mientras cargaba la página le avisaste a Fran y a Fede de la fiesta, al terminar compraste las entradas para todas tus amigas y una para el pancho, te duchaste veloz, te secaste, vestiste, maquillaste, peinaste, te viste al espejo de perfil y de frente, tomaste tu celular y saliste a la casa del mejor amigo de pancho, “el pollo”, ya que ahí se juntarían antes de irse al carrete.

-¡Hola muñeca! — te abrazó feliz el rubio besando tu mejilla — ¿y las chicas?
-Deberían venir en camino, tal vez Fede se demore más ya que vive más lejos.
-No importa — dijo “el pollo”, un chico no muy alto, de pestañas largas, manos grandes y firmes, y la cabeza rapada, pero por sus cejas, te diste cuenta que era castaño. — Las esperamos — dijo despreocupado abrazando a su novia, Camila, por la espalda. Su voz era gruesa, pero a la vez tierna. Distinta a la voz de pancho, que era suave y melódica, el cantaba cuando era pequeño en obras del colegio y cuando creció ganó un premio en un concurso, por lo cual tenía unas canciones grabadas en un disco.
-Me sentaré en el piso si no le molesta a tu cerámica que no me haya bañado en 6 días — se burló el rubio.
-Mi viejo es el maniático de la limpieza, no yo. — rió sentándose con las piernas cruzadas entre sí al lado de Francisco con Camila sobre sus piernas. — Espera, ¿6 días?
-¿Por qué demoran tanto? — te quejaste dejando caer todo tu cuerpo de golpe sobre el rubio, haciendo que este se fuera de espalda golpeando su cabeza en un masetero con la forma de un ángel.
-Mi papá te matará si le pasó algo al ángel. — anunció divertido el pelado intentando ver la escultura.
-¿Yo?, sí, estoy bien, no te preocupes por mí, puedo levantarme aun teniendo a mi mejor amiga encima. — dijo irónico fulminando al calvo con la mirada.
-Hey. — llamó la atención Francesca. — ¿cómo les va dúo… trío… cuarteto de idiotas? — preguntó apuntando con el dedo cada vez que cambiaba de palabra.
-Mal — dijiste. — estamos tristes de ser ahora un quinteto de idiotas. ¿Y tú que cuentas?
-Tonta. — te dijo molesta Fran mientras te fulminaba con la mirada. — Oh sí, la Fede dijo que no vendría porque su mamá vino por el fin de semana y quiere estar con ella, así que… ¿nos vamos?
-Sí. — contestó el pelado cuando se paraba y caminaba hacia su jeep. — Suban. — Sonrió y le abrió la puerta a su novia.


-Voy a tomar algo — Dijiste levantándote y caminando hacia la barra.
-Mmm… la borracha — te dijo el rubio con tono de burla mientras se paraba y caminaba tras tuyo.
-Y habla el alcohólico — sonreíste mientras él te fulminaba con la mirada.
-¿Me estás discriminando por eso a caso? — alzó una ceja mirándote desafiante.
-No tonto, sólo acompáñame — reíste. Luego escuchaste que el pollo te llamaba y volteaste a verlo.
-Tráeme una cerveza porfa — gritó a lo que le respondiste con un gesto.
Con Francisco fueron a donde el barman y le pidieron los tragos, los llevaron a la mesa y se sentaron a conversar.
-Debes embriagarte sí o sí — te avisó el cantante luego de tomar un sorbo de su bebida. Con gestos en la cara le preguntaste “¿para qué?”. — para que me dejes besarte. — sonrió tierno y tu reíste mofándote de él.
-Idiota… ¿Cuándo vas a parar con eso? — te cruzaste de brazos y él se acercó susurrando a tu oído.
-Cuando sepa que el cuerpo espín con el que sales te cuidará tanto como yo lo haría. — No supiste que responder, ustedes eras amigos desde infantes, y cuando pequeña él te gustaba, a pesar de que era más bajo que tú, pero lo olvidaste cuando por la misma razón él se fue del jardín donde estaban y no lo volviste a ver hasta el tiempo después cuando ya tenían casi 6 años, él estaba mucho más alto, ahora te pasaba por una cabeza, y seguía siendo el chico risueño y protector que divagaba por tu mente, tu príncipe azul.
Volvieron a ser amigos, muy cercanos, y lograste dejar de verlo como tu caballero de brillante armadura. Pero a los meses luego…


_Flashback_
-No me alcanzas — Gritaste mientras te escabullías entre unos arbustos frondosos.
-¿A qué no? — vociferó a varios metros.
-¡No! — le respondiste entre risas y te ocultaste al fondo, entre unos arbustos de arándanos, haciendo el menor ruido posible.
-Puedo olerte… — dijo el rubio, y tu corazón se aceleró sabiendo que te iba a encontrar. Comenzaste a reír nerviosa y tapaste rápidamente tu boca con ambas manos, el impacto te dolió pero no te quejaste en lo más mínimo. — ¡Te oí! — Viste unas manos abrir camino por la hojas, luego un familiar rostro con el cabello brillante por el caluroso sol que había en esos primeros días de primavera.
-Me ganaste — dijiste derrotada mirando el piso — Ve a elegir tu premio entre mis cosas.
-No tengo que ir allá ¿o sí? — levantó la mirada y su expresión cambió. — ¿De adonde veníamos?
-No recuerdo… — te levantaste. Lo único que lograbas divisar eran hojas, ramas y arándanos. — Nos perdimos. — dijiste asustada, pero antes que el chico respondiera vieron pasar algo corriendo. — ¿Qué era…?
-Una zorra… — contestó el rubio sujetándote de la cintura y haciéndote retroceder con la mano. — Muévete lentamente — susurró, y ambos se sentaron tras una roca.
-Tengo miedo… — dijiste aferrándote cada vez más y más a su pecho.
-No te hará nada, comen conejos y pájaros. — Viste su sonrisa cuando lo mirabas de reojo, sentiste el ardor subir hasta tus mejillas y su expresión cambió, como a triunfante. — Aun te gusto ¿verdad? — Y se agachó a la altura de tu mirada.
-Bueno… — Le respondiste antes de que entrelazara su mano a la tuya, su sonrisa tierna te cautivó por completo, como en los viejo tiempos, Volviste a creer que sólo él te salvaría del dragón y que sólo él te amaría por siempre, sonreíste enamorada, pero te viste obligada a salir de la burbuja cuando sentiste sus labios tibios y delgados posarse rápidos sobre los tuyos, pensaste y sentiste muchas cosas, estabas impresionada, sorprendida, feliz, seguías en un sueño cuando se separó de tu rostro. Levantaste la mirada con el corazón saliéndose de tu pecho, y él te seguía observando con esos ojos grises grandes y resplandecientes.

.::Fin del flashback::.

-Que tierno — reíste. — Mi primer beso… — pensabas, y sonreíste con el recuerdo.


-¿Vamos a bailar? — dijo poco sobrio el calvo, tomando la mano Camila y sacándola de la mesa. Francesca se había hecho un amigo que aun no sabía que tenía algo con Georg, por lo que ambos salieron a bailar, Francisco y tú quedaron solos en la gran mesa.
-¿No quieres bailar? — Te preguntó con un vaso en la mano.
-No soy muy buena — te mofaste de ti misma por ser un asco moviéndote en la pista.
-Ya lo sé, eres peor que una momia.
-Gracias — le sonreíste.
-Y… ¿aún te gusto? — Quedaste pensativa, pero luego de unos segundos respondiste segura.
-No. Ya no.
-¿Segura?
-Creo que sí.
-¿Aun si hago esto… — Se acercó con una mirada perversa, y quedaron nariz con nariz, tú estabas inclinada hacia atrás sujetándote con una mano en el sillón, y él estaba prácticamente sobre ti.
-Aun si haces eso. — dijiste indudable.
-Oh… — Oíste mientras se sentaba con la espalda pegada al respaldo del sofá.
-Y yo — Levantó la mirada triste. — ¿Aun te gusto?
-Te amo — dijo casi sin voz.
-Francisco… hay miles de chicas en el colegio e incluso en las mejores universidades que morirían por ser tu novia. Piénsalo, entre ellas debe estar a quien tú quieres.
-No está, ninguna es como tú.
-Dime que tengo de especial.
-Aun no lo sé.
-¿Cómo?
-No es que hagas algo distinto, si no es como lo haces, las cosas que dices, ese tono de voz que… no importa, como tú dijiste… hay miles de chicas es toda la ciudad que se mueren por mí. — sonrió forzado mientras jugaba con el vaso de cerveza.
-¿Quieres bailar?
-¿Bromeas?
-No. — sonreíste.
-Claro que sí. — rió feliz y se paró de un salto tomando tu mano y guiándote muy apegada a él a la pista de baile.


Llegaste más tarde a tu casa de lo que creíste, pero sólo estaba tu padre, quien aun no te dirigía la palabra. Comiste algo del refrigerador, te diste una ducha rápida y te acostaste a dormir.

Un ruido, una melodía de tu gusto y pegajosa te despertó no muy temprano, tu madre aun no llegaba y todos los demás en tu casa dormían, cuando miraste tu celular tenías una llamada perdida. Lo dejaste ahí y bajaste al comedor, sobre la mesa viste tu nota tal y como la habías dejado, no le diste mayor importancia ya que cuando la nana de tu tía tenía libre tu madre se quedaba a dormir allá ya que tu tía tenía miedo que le entraran a robar y de quedarse sola. Pasaste a la cocina y mientras tostabas pan oíste la música otra vez, saliste de la cocina y subiste de a dos peldaños la escalera, entraste a tu cuarto y ya había parado, revisaste y era el mismo número, por lo que decidiste bajar con el teléfono en el bolsillo de tu pantalón de pijama. Cuando llegaste a la cocina estaba llena de humo, te ardieron los ojos y abriste la ventana, apagaste la tostadora y sacaste el carbón de pan que quedo en ella.
-Se me olvida que usamos la vieja, ¿por qué no las inventaron con resortes al momento de hacer la primera? Eran unos flojos — alegaste molesta y tiraste el pan al tarro de basura. — Ya hasta se me quito el… — sentiste vibrar tu trasero y luego la música…


Perdoooooón por el retraso [en especial a la Aaaaaaandy :B] Fue culpa de la Devon... Las quiero, comenten mucho pot favor :D Insisto las quiero ^^ :3